Lo transpersonal
Más allá del dato
Cuando un psicoterapeuta convencional lleva años incrementando su propia formación técnica a través de talleres especializados, es frecuente que llegue un día en el que sienta la falta de un desarrollo más profundo o transpersonal.
Este momento, supone una frontera en su maduración, ya que no se está refiriendo a la búsqueda y captura de más datos que almacenar en su ya apretado cerebro, sino a un proceso de crecimiento personal de profundidad y mayor hondura.
El acceso al núcleo profundo del ser humano, un núcleo asociado a la intuición, que acompaña un buen diagnóstico terapéutico, no se facilita en el programa de estudios más comunes, ya que de alguna forma se siente que para acompañar al alma, no sólo es útil el campo del estudio y la técnica aplicada sino que también operan leyes de AMOR y LUCIDEZ, que más tienen que ver con la dimensión profunda del SER que con la razón pura.
Para “observar” un conflicto hay que enfocar la consciencia allí donde éste reside con todos sus derivados, una acción que habitualmente no realizamos en nuestro propio circuito social porque no es muy habitual que se nos escuche y regale tanto espacio como el que precisamos, y asimismo, no se nos interrumpa comprendiéndonos con genuino interés.
Cuando esto sucede en el seno de una sesión terapéutica, en donde el terapeuta se vacía de preferencias y prejuicios, el paciente se siente acogido y ayudado en el enfoque de su atención hacia los espacios internos más sombríos en los que habitualmente carece de claridad verbal.
Una claridad que sin duda inspira soluciones y resuelve problemas.
