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¿Qué es la meditación transpersonal?

  • Foto del escritor: Raj Dharamkaur
    Raj Dharamkaur
  • 7 jul 2016
  • 7 Min. de lectura



Es difícil atrapar la meditación en un solo concepto. Cada tradición o sistema de conocimiento aporta sus propios métodos de observación, concentración, contemplación, meditación y atención plena. Sin embargo, hay un hecho fundamental que comparte todo estado meditativo: la CONCIENCIA. Meditación es un estado de conciencia; meditar es la práctica que favorece el proceso de revelarlo y desplegarlo.


El “propósito” de la práctica es atravesar los procesos automatizados del pensamiento para acceder a una realidad más profunda y esencial, avivar la llama de la conciencia hasta que sea lo sufi¬cientemente intensa como para llegar a fundirse en su misma Fuente.


La Fuente, la Realidad Original, siempre está presente, pero permanece velada en sus propias manifestaciones. Por eso decimos que por una parte Eso siempre está presente, y por otra que existe un proceso de revelarlo. Meditar es posar la consciencia en el momento presente y ver lo que es, tal cual es, sin establecer juicios ni preferencias.


Meditar es saltar del tiempo al flujo del ahora, saltar del ego carencial y siempre cambiante a la presencia plena e inmutable. Este proceso comienza con la observación, y esta observación es atención desplegada conscientemente en el momento presente. La Meditación Transpersonal deriva de la práctica zazen, una práctica que se caracteriza por su sobriedad y sencillez.


En realidad, la Meditación Transpersonal flexibiliza algunos detalles de la práctica zen tradicional y se ajusta al ambiente y a las circunstancias psicológicas y culturales actuales. La Meditación Transpersonal es trans-cultural y trans-confesional. No es excluyente, en lo esencial, incluye a todas las tradiciones, a la vez que incorpora los desarrollos de la ciencia de vanguardia.


La meditación es para todos. No hace falta tener fe alguna o practicar una religión determinada para meditar. Es una técnica que mejora las capacidades de atención y concentración, relaja el cuerpo y la mente y ayuda a disminuir el estrés de la vida moderna. Veinte minutos diarios practicados con asiduidad bastan para combatir la tensión, alejarse de problemas y aumentar la agudeza mental.


También es un camino espiritual para los interesados en seguirlo. Los místicos de todas las épocas y lugares la han utilizado como medio para re-conocer el espíritu y librarse de las falsas percepciones que oscurecen la claridad de la mente. La meditación es para todos. No hace falta tener fe alguna o practicar una religión determinada para meditar. Es una técnica que mejora las capacidades de atención y concentración, relaja el cuerpo y la mente y ayuda a disminuir el estrés de la vida moderna. Veinte minutos diarios practicados con asiduidad bastan para combatir la tensión, alejarse de problemas y aumentar la agudeza mental.


También es un camino espiritual para los interesados en seguirlo. Los místicos de todas las épocas y lugares la han utilizado como medio para re-conocer el espíritu y librarse de las falsas percepciones que oscurecen la claridad de la mente.

Lama Tashi Lhamo


Claves de la meditación transpersonal


Autores de la denominada corriente neo-advaíta como Jean Klein, Jeff Foster o el mismo Krishnamurti llaman a la meditación “el método sin método” haciendo alusión a la célebre imagen utilizada en el zen de “la puerta sin puerta”. Con esto quieren decir que la meditación no es tanto una técnica o herramienta con una postura determinada, una actitud especial…, sino más bien, como explicábamos más arriba, un estado de conciencia. En realidad, no podemos provocar o fabricar nada ya que todo, nosotros mismos, somos meditación. “Date cuenta de que eres consciente y ya estás meditando. Y el darse cuenta es inmanente a nuestra naturaleza” diría Krishnamurti. En este sentido, la meditación pasa de ser una práctica adicional a un estado inevitable del ser.

Sin embargo, la práctica formal de la meditación, constituye toda una ingeniería de la Conciencia. La Meditación Transpersonal se enfoca en tres aspectos fundamentales: postura, respiración, actitud.




A. POSTURA


La postura en Meditación Transpersonal es un aspecto especialmente importante, en algunas tradiciones como el Zen se considera uno de los pilares fundamentales. Esta es la base, la postura corporal como la canalizadora o catalizadora de la conciencia. La postura refleja la gracilidad del cuerpo, es firme y es relajada al mismo tiempo, es estable, y es cómoda. Suzuki Roshi en “Mente Zen, mente de principiante” señala que “la postura es la expresión perfecta de la naturaleza de Buda de toda persona”.


Algunas indicaciones generales para la sentada formal podrían ser las siguientes:


• Estar bien enraizados, asentados sobre una base firme. Cuando las rodillas reposan en el suelo se alinean con el cóccix, formando un trípode estable y bien asentado en la horizontal de la tierra. La imagen que sugiere este asentamiento es la de una montaña.


• Desde aquí, la columna se yergue buscando la vertical, el eje axial. La barbilla se recoge ligeramente permitiendo que la nuca se eleve (como si tiraras de un hilo que sale de la coronilla), alineándose con la columna y estirando suavemente la zona cervical.


Para encontrar esta vertical también puedes probar a hacer suaves giros cónicos desde la coronilla hasta la base de la columna, hasta llegar a unesbelto alineamiento. Afina tu sensibilidad para encontrar ese punto de “tensión justa” en el cuerpo. Investiga, busca ese punto donde “el cuerpo no sostiene la vertical, sino que la vertical sostiene al cuerpo”.


• Los hombros relajados, caídos, alejándose de las orejas. Soltamos cualquier tensión innecesaria.



• Músculos del abdomen flojos y flexibles (ofrecer espacio a la respiración).


• El mudra (la postura de las manos). Un símbolo que invita a la conciencia.


• La sonrisa interior, esbozada sutilmente en los labios, casi imperceptible. Esta sonrisa refleja la actitud del corazón; la aceptación, la compasión, la bondad, la benevolencia, hacia todo lo que aparece en el momento presente.


• Ojos cerrados, o bien entreabiertos (mirando al suelo, como a un metro delante de nosotros, de forma panorámica), según lo sintamos.


Como estamos viendo, la postura de meditación es toda una ingeniería de lo sagrado que predispone al cuerpo-mente a profundizar en este viaje de autoconocimiento. A nivel neurofisiológico, uno de los puntos más importantes en la postura de meditación, se encuentra en el cuello, en el llamado “cuello de pato”.


Meter ligeramente la barbilla liberando las cervicales, no sólo nos alinea la columna permitiéndonos una postura erguida sin esfuerzo sino que además, estimula el cerebelo, la parte reptiliana e instintiva de nuestro cerebro. Esto ayuda a liberar los contenidos inconscientes, estimulando el riego sanguíneo de la zona lo que permite que se active su funcionamiento. De igual manera, facilita la calma y la disminución de hiperactividad cognitiva del neocórtex.


La integración del inconsciente, de nuestro conocimiento reptiliano, en nuestra mente consciente nos permite vivir desde la sabiduría. Unificar los tres cerebros es hacernos Uno con la Inteligencia.






B. RESPIRACIÓN


La respiración es contemplada como un aspecto “clave” en toda la tradición meditativa, un aspecto muy significativo e importante, casi diríamos, nuclear. La respiración es como un puente entre lo tangible y lo intangible, entre lo consciente y lo inconsciente. Los estados de conciencia están asociados a diferentes formas de respirar; si cambia la mente cambia la respiración, si cambia la respiración cambia la mente. Al ser conscientes de la respiración influimos en la percepción de la realidad

y en los distintos niveles de la consciencia misma.


En el Zen se dice que la respiración tiene que ser como el mugido de un buey, o el llanto de un niño. Respirar desde lo más hondo.

Al inicio de nuestra práctica podemos modular suave y conscientemente la respiración: una espiración lenta y profunda, brotando desde lo más bajo de nuestro vientre, que vaya rompiendo suavemente las corazas de la tensión inconsciente…


Seguimos el aire que entra y sale… Si la mente está muy agitada también podemos contar exhalaciones interiormente: columnas de 10, 40, o incluso 300. Es muy importante distender la musculatura abdominal e intercostal para dar mayor cabida natural -sin forzar- a nuestra respiración. Poco a poco, podemos soltar esta sutil “intervención” y permitir que la respiración suceda naturalmente.




C. ACTITUD


La apertura del corazón, la actitud “cardiaca”. No solo es observar, es observar compasivamente. Meditar no se limita a la rigurosidad de una mirada fría y aséptica; no solo es rigor, también es amor. Sin amor no hay meditación.


Esta actitud ofrece nuestra espaciosidad, nuestra amabilidad y sensibilidad a lo que está sucediendo: aparezca lo que aparezca, el corazón lo acoge. Eso es lo que significa estar alineados con la vida en el momento presente, esto es lo que permite alumbrar e integrar lo que sucede, y esto es lo que refleja la sonrisa interior esbozada en los labios sutilmente; una sonrisa compasiva y benevolente.


La actitud en Meditación Transpersonal se resume en una “presencia amorosa”. En la Meditación Transpersonal unimos consciencia, postura, respiración y actitud. En Meditación Transpersonal, el enfoque, inicialmente, se posa en la postura y la respiración. Esto implica concentración. A medida que la mente se va aquietando, la mirada se abre y se amplía abarcando progresivamente la totalidad del campo; el hecho de concentrar la mirada en la postura y la respiración, en sí mismo, deviene

en consciencia contemplativa.


De esa manera, la Meditación Transpersonal integra ambos enfoques: por un lado está la fijación en la postura y la respiración (samatha) y por otro estamos abiertos a toda percepción u objeto de la conciencia que pueda aparecer en el campo (vipassana).

Este proceso permite desplegar naturalmente la consciencia, hasta poder llegar a reconocer “súbitamente” su misma esencia. La concentración y la contemplación pueden conducirnos hacia la presencia en el vacío, hacia la meditación “propiamente

dicha”. Desde ahí, la atención hacia el “yo soy” es una exploración, y sobre todo una invitación, a recordar lo que verdaderamente somos, una invitación a reconocer nuestra propia Fuente.


Es importante recordar que en meditación “la meta es el camino”. No hay ninguna prisa, ninguna urgencia por llegar a ningún lugar. La Fuente no es algo que tengamos que alcanzar, porque ya está presente; en cualquier caso la práctica consiste en remover lo que nos impide reconocerlo. Por eso es importante saber reconocer en qué fase de la práctica uno necesita establecerse naturalmente, a que tiene que “jugar” en ese momento, en este presente.

 
 
 

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